domingo, 3 de enero de 2021

Wonder Woman 1984 (2020)

 Y pese a todo el DCEU continúa, luego del tormentoso 2020, WW84 se volvió parte de los dilemas del año, pues no solo sí pudo estrenarse por encima de lo que le pasó a las cintas del MCU, sino que en el conflicto iniciado por HBO Max contra la industria cinematográfica - de la que les invito leer más al respecto en el ejemplar 38 de la revista Cinepensamientos seculares en el completísimo texto de Alexis Waters- fue la única beneficiada al ser la única producción avisada de que en el 2021 todas las películas se estrenarían directo en streaming, dando por este conocimiento bonos más que generosos tanto a la protagonista, Gal Gadot, como a la directora Patty Jenkins, estrenándose tanto en la plataforma como en muchos cines pese a estar en semáforo rojo en cuanto a pandemia refiere en casi todos los lugares del mundo. A la fecha se le considera de las más redituables películas del año, volviéndose una de las más exitosas de este con todo y todo.

¿Pero de qué va el argumento? Como saben, en la primera parte vimos morir a Steve Trevor (Chris Pine) allá en la primera guerra mundial, por lo que han pasado muchos años desde entonces -la historia, como su título dice, sí sucede en 1984- y Diana, la Mujer Maravilla (Gadot) sigue tristecita trabajando en el museo Smithsoniano. Una nueva compañera de trabajo, Barbara Ann Minerva (Kristen Wiig) encuentra en Diana la amistad que nadie le brinda, y ambas son incluidas en la recepción de algunas piedra de las que deben encontrar su origen. Una en específico tiene una inscripción y resulta que puede hacer realidad el máximo deseo de quien la toque, por lo que Trevor regresa en el cuerpo de un nuevo tipo, y Barbara se vuelve como Diana, hermosa y poderosa. Sin embargo no todo es miel sobre hojuelas, sino que un tercer personaje, Maxwell Lord (Pedro Pascal) roba la gema y pide volverse uno con ella, volviéndose entonces él el dador de los deseos, y al ponerse a cumplirle los deseos a todo mundo, todo comienza a salirse de las manos de ellos, teniendo a parte que lidiar con el hecho de que al cumplirles su deseo, los que reciben pierden algo de suma importancia, por lo que Diana comienza a perder sus poderes y se va viendo imposibilitada para defender al mundo; dándose cuenta que solo renunciando a sus poderes se resolverá lo que pasa; no spoilereo, pero ahí se ve qué es a lo que Diana tienen que renunciar para salvar la Tierra.

Con 2 horas y media de duración y casi sin escenas de acción, inmediatamente la crítica tipo Tomatazos la situó entre las mejores películas de superhéroes de las que tengan memoria; no obstante, ya que el público bárbaro tuvimos acceso, el tomatómetro bajó precipitadamente encontrándola aburrida e innecesaria, y situándola entre las peores de la empresa. No solo no tiene sentido con respecto a las otras películas, pues se suponía que para BvS no se sabía sobre Wonder Woman, y aquí es un caos de proporciones de guerra mundial, sino que pone el aspecto superhéroe en un segundo término, caricaturizándolo y priorizando un romance bobo y mágico que tiene más que ver con películas del estilo de Adam Sandler que si quiera con la primera parte de la saga.

Jenkins parece apostarle todo a lo bonita que es Gadot, y a que todos le aplaudirán haga lo que haga, y deja satisfechos solo a los opinadores certificados, que ustedes, mis estimados lectores cíclope, saben que aquí siempre bateamos al no considerárseles aptos para calificar más que lo que sus patrones les dicen que deben calificar; por lo que al tener un total más que decepcionante, en este blog, al menos, le consideramos un producto fallido, no recomendable, apestado y apestoso.

La cinta es recomendable solo si quieren ver historias bobas de amor, donde la magia lo resuelve todo y el sentido puede resagarse a insignificancias narrativas. A los amantes de los cómics y la era de los superhéroes, mejor esperemos que el Snyder Cut cumpla, sino el fin de esta era podría verse latente proyecto a proyecto, y y hemos aguantado muchas, pero sí es importante contratar a ñoños para hacer este tipo de películas o mejor no hacerlas; Jon Favreau nos demuestra que este axioma es absoluto y nadie puede negar eso.





No hay comentarios:

Publicar un comentario