Dirigida por Jorg Buttgereit, la trascendencia del proyecto se basa en la temática necrofílica de una manera de la que nadie se había atrevido a usar. Buttgereit nos cuenta la historia de Rob Schmadtke (Daktari Lorenz, quien también hace la música del proyecto), un tipo que trabaja de perito en la morgue, y se roba cadáveres y pedacería de cuerpos para que él y su novia (Beatrice Manowski) tengan un sexo más grotezco que el usual. Luego de X o Y non spoiler event, Schmadtke es despedido, y Beatrice lo abandona. El protagonista termina probando las máximas limitaciones para el sexo grotezco en un mar de viscocidad y mal gusto que elevan a Buttgereit al grado de leyenda de lo grotezco.
En esencia, con un gusto similar al cine que hacían en aquel entonces cineastras como Peter Jackson y Sam Raimi, Buttgereit hace una pieza provocativa y de mal gusto que aprovecha el tema poco usado para destacar ante otros cineastas horrorosos de la época. La cinta sí es un producto bastante chafón y para nada comparable con e trabajo de Del Toro, que por más nasty que también sea su película, al menos es una gran producción que se vuelve inalcanzablemente lejana para alguien como Buttgereit, quien aún así dudo que le interese, pues logra su cometido, pasa a la historia, le guste a quien le guste, y hace una pieza más que controversial véase por donde se vea.
La película es recomendable para maratones de lo grotesco o cinéfilos gorerroríficos de todos los grados que la barbarie quiera ver. La moraleja que nos dejan cintas como estas, eso sí, es que cójanse lo que se les antoje, no importa cuán asqueroso huela o cuan repugnante se sienta. Amén.
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