Van Gogh, la leyenda del arte bohemio, el arte fracasado. Schnabel, leyenda del arte viva, partícipe de bastantes importantes momentos cinematográficos. Dafoe, talento innegable vivo, constante e inefable, pero mal correspondido. Todos en el umbral de la eternidad. Uno trascendente, uno en proceso, el otro con el pie dentro; pero la eternidad es más relativa de lo que nosotros, los nadies, los fugaces podríamos llegar a creer...
Entre esas películas multigalardonadas que Cinépolis consideró que ningún jodido debería de ver está la traducida como "Van Gogh en las Puertas de la Eternidad", película solo puesta en las salas VIP para no quitarle espacio y audiencia a joyas de la cinematografía mexicana actual como Godinez vs Mirreyes. Los cinéfilos, no obstante, buscaremos dónde hallar estas películas, dónde saciar nuestra filia simplemente porque es otra más de nuestras adicciones sociales...
Pues bien, dirigida por Schnabel, y estelarizada por Willem Dafoe, quien está nominado a mejor actor en los premios óscar, llega una perspectiva nueva sobre una historia conocida; una cinta sobre Van Gogh a partir del tiempo de Gaugin (Oscar Isaac) y el viaje de ambos a Arles, donde el famoso final entra en los confines de la locura y tiene un final conocido, pero difuso... Schnabel jugará con este sentido más que nada para dar su propia conclusión, conclusión diferente pero inprobable... talvez optimista.
Schnabel entonces entrega una cinta pasional, como la personalidad del artista, retraida y hasta subjetiva, de un uso de la cámara y los colores como solo un artista usaría; Schnabel también se sirve de Dafoe y su fabulosa caracterización e interpretación para dar vida al artista perdido, al artista emblema del status artístico ante la sociedad... y finalmente Schnable cierra con broche de oro gracias a la melancólica musicalización de Tatiana Lisovskaya; dejando una de las más conmovedoras versiones de la vida del holandés...
Completando el magníficamente bien seleccionado cast con Mads Mikkerlsen, Rupert Friend, Mathieu Amalric, entre otros, la cinta entra entre los lamentos de la indisponibilidad del 2018, pues claro que es de las que nos hubiera gustado poner en la lista de lo mejor del año... si no fuera por ese secretismo excluyente de las distribuidoras, que deciden cuándo uno, plebeyo insignificante, debe tener acceso a lo más grande del séptimo arte de la actualidad.
Pues entonces, claro que es recomendable, claro que vale la pena, claro que es una joya de nuestro tiempo, y pese a la dificultad de la competencia, ojalá Dafoe consiga el tan ajeno premio que todos sabemos merece...
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