Cuando a Steven Spielberg se le ocurre algo, ese algo se tiene que realizar; y entre sus miles de ideas, al lado de Hasbro se empezó a planificar la realización de una película de los populares juguetes Transformers. Así que llegado el momento, Spielberg personalmente solicitó a quien antes dirigiera películas como Armaggedon o Pearl Harbor, Michael Bay, pero con más libertad que nunca, para que él fuera quien verdaderamente dictaminara el proceder de la batalla entre autobots y decepticons.
Sobre un chavito que se compra un carro que resulta ser un robot, pues el momento en el que su raza (del carrito) regrese ha llegado. Dos grupos de roboextraterrestres empezarán una batalla épica por el control de la Tierra, lugar seleccionado desde nuestra antiguedad para ser su nuevo hogar, dejando a los humanos en un segundo plano donde sus ejércitos decidirán que tan bien actúan en sus estudiadas técnicas, o dejarán el destino en las desiciones de un chavito que tenía un carro robot.
Estelarizada por Shia LaBeouf, Megan Fox, Josh Duhamel, Tyrese Gibson, Jon Voight, John Turturro y Hugo Weaving, y con una trama idiota con un mal capítulo de alguna caricatura ochentera, la película, que precede otras como Iron Man, tiene su máximo valor gracias a los extremadamente bien hechos efectos especiales, que ayudan excelentemente a ignorar la pésima historia que la película terminó siendo; pues este tesoro fílmico que haría desmayar a Marinetti (el futurista) como dama enamorada, es el máximo testimonio de lo que el cine de Bay significa: Historias vacías, con una coraza de efectos especiales, visuales a computadora y explosiones sin límite, que aseguran un éxito taquillero y talvez un alejamiento a la idea de que el cine es "el séptimo arte" ¿o lo sigue siendo? la pregunta de hasta donde el cine es arte puede ponerse en cuestión aquí, pero más para usted que para mí.
Aún así, la película es muy recomendable pues el despliegue de efectos especiales para su momento la vuelve una alucinante extractora de sentido, que cualquiera debió y deberá vivir.
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