sábado, 17 de agosto de 2013

Nosferatu (1922)

Uno de los principales pilares de la historia del cine, un emblema de expresionismo alemán, el inicio de una línea entre las pocas por las que se entra a la historia del horror en el séptimo arte y un laberinto de leyendas intrínsecas.
Rodeado de polémica, afrontándose al copyright y mil impedimentos previos a la grabación, Friedrich Wilhelm Murnau decidió renombrar el guión hecho desde Dracula a Nosferatu, y contando con un moustro de verdad (eufemismo) en el papel principal (Max Schreck), quizás, al lado de El Gabinete del Dr Caligari, es la cinta expresionista alemán más legendaria de la historia, una joya en fotografía gótica, una precisión indiscutible, un tesoro que ahora justamente es del dominio público, que de un momento a otro deberían catalogar como patrimonio de la humanidad.

Cine mudo que define al cine contemporáneo, una raíz a lo que nos gusta ahora, y que redefine la historia visual como pocas cintas lo logran.






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