miércoles, 13 de agosto de 2014

One Hour Photo (2002)

"Inteligentemente" traducida como Retratos de una Obsesión (acaba mi parte de burla contra el doblaje latino), escrita y dirigida por Mark Romanek, conocido más por dirigir importantísimos videos musicales de titanes como Nine Inch Nails o Johnny Cash, pero más conocida como parte del periodo de "redención" de Robin Williams, puesto que ya para la fecha, luego de más de una década de papeles bobos, y con un peso innegable dentro de Hollywood, el actor tenía que comprobar su histrionismo y el mito de su genialidad de alguna manera que no fuera la que solía demostrar cada película, por lo que decide encarnar al personaje creado por el mismo Romanek, Sy Parrish, y tratar de interpretar a ser más distinto al que suele ser, sin embargo más que representar bien podría ser un alter ego del alma del actor, pues similar a su estilo de convivencia que suele tener con su arte, su público y los que dicen conocerlo, Parrish bien podría ser ese doppelganger de qué hubiera pasado si Williams hubiera terminado como el personaje, terminando trabajando para un pseudo Wallmart, mostrando su sonrisa y su pulcritud a la clientela, siendo un enfermo voyerista en sus entrañas...
Entonces de eso trata, de que Parrish, un hombre solitario y raro trabaja en el "Sawmart" revelando rollos fotográficos, coleccionando las fotos de sus clientes, en especial de la familia Yorkin, de la que se encariña y llega a considerarse parte de ellos, pero dos sucesos cambian el status de confort y estabilidad de Parrish, uno siendo que luego de que los números de las impresoras no cuadran lo corren, y el segundo que una chica (Erin Daniels) lleva a revelar un rollo donde el papá Yorkin (Michael Vartan) le pone el cuerno a su esposa Nina (Connie Nielsen) con ella, por lo que su psique quiebra y está a punto de pasar de loco pasivo a loco activo, arrivando a un final frío y sociópata que podría resolverse por uno mismo al estilo de la Ley y el Orden, o dejarse abierto, enfermo...
Teniendo hasta a Clark Gregg como un Coulson secundón, destacando el score de Johnny Klimek y Reinhold Heil, que bien podría ser una antesala al trabajo de gente como Trent Reznor en Social Network y La Chica del Dragón Tatuado, la cinta es enigmática y mostrando ese oscuro lado de Williams uno llega hasta olvidar toda película mediocre que uno recuerde de él, pues en el fondo de esa plasticidad idiota hay un moustro enfermizo, deprimido/deprimente, que escucha, ve, siente, y reacomoda a su antojo  (nuevamente mencionándolo) sociópatamente hablando.
Una muy buena cinta que sale de lo acostumbrado del actor, y que nos lleva a conocer más facetas del musical director. Bastante recomendable.








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