Basada en la novela gráfica homónima de Frank Miller, que a su vez está basada en la batalla de Termópilas del 480 a.C., la película es la segunda gran cinta del que ahora es un director de culto, Zack Snyder, en esta Era de los Superhéroes que vivimos, y es sin duda con la que se consagra como uno de los favoritos de su generación, y lo lleva hasta el lugar en la historia del cine donde se encuentra ahora.
Sobre la invasión persa lidereada por el rey Xerxes, que llega hasta Grecia, donde los espartanos son los siguientes en la lista de pueblos por conquistar, y el rey Leonidas junta a 300 guerreros y decide dar la batalla histórica más grande de todas, teniendo a estos 300 espartanos para batallar contra el ejército de cientos de miles de Xerxes, de maneras cinematográficas nunca antes vistas, teniendo el impacto que alguna vez tuvieron cintas como Matrix o Kill Bill.
Bien recibida hasta por los historiadores más serios cinéfilos que se conozcan, dándole un acercamiento del 90% (según ellos) al carácter espartano en general, la cinta sobre todo destaca por su manera visual como un espectáculo digitalmente retocado para estar cada vez más cerca de la obra de Miller, haciendo justicia a la magnitud de la obra, así como antes lo hiciera la Sin City de Robert Rodríguez, volviéndola a su vez un nuevo clásico del siglo XXI que repercutirá en cientas de cintas de distintos géneros y dejará un legado de posproducción y uso original del slowmotion de una manera elegante e inspiradora.
Sin duda una de las máximas de los últimos tiempos, que más que recomendable termina siendo, aplaudible desde la adaptación de Snyder, hasta sus visuales, hasta las actuaciones de Gerald Butler, Lena Headey, David Wenham, Rodrigo Santoro, Michael Fassbender, entre otros, y termina siendo una magistral pieza de ballet grecobélico inigualable.
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