Sobre el reinado del conde... digo Prinipe Vlad (Evans), el antiguamente conocido como El Empalador, que vive en paz luego de las afamadas batallas del guerrero, trayendo tranquilidad a su hermosa Transylvania; sin embargo, el sultán Mehmed (Cooper) manda cierto día a sus emisarios, muy a la manera de 300, a reclutar a 1000 niños para que formen parte de sus ejércitos, a lo que Vlad se niega, a sabiendas del porvenir de Transylvania, pero para pelear contra las tropas de Mehmed tiene que recurrir a medidas extremas, por lo que va a una cueva donde vive un moustro (Dance), que bien puede ser un vampiro más viejo o el diablo o una copia extraña de la muerte del séptimo sello (no se entiende del todo), que le da la oportunidad de tener los poderes que todos conocemos de Drácula si en tres días no se come a nadie, de lo contrario la maldición le acompañaría por toda la eternidad...
Sí, el argumento es raro, contradictorio (tanto con las historias de Bram Stoker como con las nuevas teorías judaseanas sobre el posible origen real del más poderoso de los vampiros) y bastante predecible, pero bueno, uno ya lo espera si conoce como es Hollywood y como será y cómo ha sido. Cabe destacar una que otra secuencia con perspectivas en las que claramente Shore trató de experimentar, pero pese a su pretenciosa actitud chafarrama no la hace menos de la que su todo ya lo es.
Así que si usted ama el mito de Bram Stoker o mínimo el universo de Anne Rice, mejor evítese los corajes, aunque si usted es ávido de las reinterpretaciones, o es un teen sediento de "nuevas" aventuras sanguinarias, pues adelante. Dracula La Leyenda Jamás Contada es lo que uno esperaría que fuera y solo ahí se quedará...
Aunque como dato final sin duda es mejor que la chafada de la generación X que Dracula 2000 es.
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