Desde lo insólito de tener un estreno en la gran pantalla al mismo tiempo que en Netflix hasta la construcción épica bélica comparable con joyas como Apocalypse Now o Full Metal Jacket, la galardonada y aplaudida cinta del director Cary Joji Fukunaga basado en la novela homóloga de Uzodinma Iweala, es, sin duda, un evento fílmico histórico que puede ser el comienzo de la siguiente tendencia del gremio hacia formas de presentación donde el formato final no es impedimento para que la producción sea de primera calidad, e igualmente la historia y actuaciones sean dignas de las máximas nominaciones como bien debiera suceder, pues la fuerza en la que Fukunaga nos narra la historia del niño soldado Agu será una de las más grandes actuaciones juveniles que seguro se darán no solo en el género abordado sino en el cine en general.
Agu (Abraham Attah) es un niño que vive en una aldea africana resguardada como zona segura en medio de un conflicto bélico civil del que nunca se dice bien de dónde surge; él vive con su familia felizmente haciendo lo que cualquier niño normal hace: divirtiéndose, haciendo bobadas, bromas, etc... sin embargo, la guerra les alcanza... la mamá logra escapar, pero Agu tiene que quedarse en la aldea con su papá y su hermano a esperar a los perros de guerra que les toque recibir. Los soldados mierderos llegan, y solo porque sí matan a cuanto aldeano se les cruce. Agu logra escapar.
Perdido en la jungla, trata de sobrevivir comiendo plantitas pero nomás no consigue algo verdaderamente comestible. Se encuentra a un tipo, le sigue, y resulta que le lleva a un grupo guerrillero lidereado por Idris Elba, quien confía en el pequeño y le permite unirse a su grupo con la promesa de vengar la muerte de sus familiares; no obstante el Comandante es un hijo de la chingada, que no solo le volverá una bestia con cara de niño, sino le mostrará el peor lado de la hipocrecía y megalomanía humana, que en medio de las tierras más antiguas y salvajes sacará al máximo moustro que el pequeño haya conocido, haciéndole ver que quizás morir de hambre en la jungla no hubiera sido la peor de las resultantes.
Obviamente si ya comparé la cinta desde el comienzo con una Coppola o una Kubrick, imaginarán el grado de calidad y crudeza que Fukunaga logra; si ya ovacioné a Attah en su actuación, imaginan qué clase de interpretación el pequeño da; pero algo no mencionado antes es la magistral presencia de Elba, que en el personaje del Comandante mezcla lo mejor de Benicio del Toro en Che con lo mejor de Forest Whitaker en el Último Rey de Escocia, más la moustrosidad que la cinta le pide, siendo quizás éste el más grande trabajo actoral que Heimdall haya hecho, actuación misma que no solo elogios ya está consiguiendo sino nominaciones verdaderas ya le han dado.
La cinta entonces es por sí sola una absoluta recomendación, Ahora, esos efectos colaterales que le ligan con Netflix hace de la página algo relevante más allá de tener grandiosas series web, que ahora también se verán acompañadas de producciones de la máxima calidad que pondrán el estigma de la espera de tres meses tras la proyección en cines como algú capricho empresarial que seremos los espectadores los decididores de si el gran cine debe seguir o nuestras laptop se volverán el medio absoluto para conocer todo tipo de arte, y nuestro único contacto con la expresión humana de cualquier manera en la que se dé. -Desde una perspectiva personal disfruto mucho la experiencia de ir a un gran cine, comprar palomitas, oír al público opinando, salir de casa y la experiencia cinematográfica sea una vivencia total, pero eso es en mí... también he disfrutado muchísimo Netflix y ver lo que me gusta ver al tiempo que se me dé la gana cuando se me dé la gana... ya veremos si se logra la convivencia de los medios, o uno destrona al otro, dando paso a los nuevos tiempos, que antes tuvieron el mismo conflicto con la invensión de la TV y las videograbadoras-
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