Nuevamente con Vera Farmiga y Patrick Wilson con el protagonismo interpretando a los demonólogos Warren, la historia empieza luego de los sucesos de Amityville, sí exactamente los de la película... Lorraine Warren está tratando de meterse al cuerpo del padre para ver si sí asesinó a su familia por fenómenos paranormales, pero en plena sesión ella tiene una visión de su esposo morir, y dice que ya no quiere más, que es lo más cerca que volverá a estar del infierno...
Mientras tanto en Enfield, Inglaterra, luego de empezar a jugar con una ouija casera, la familia Hodgson empieza a tener eventos paranormales, primero clitché, de cosas que solo los niños ven, pero de pronto la entidad decide volverse cínica, moviendo objetos a la vista de cualquiera, volviéndose así un caso famoso en Inglaterra, al grado de hablar con voz demoniaca la hija (Madison Wolfe) en tv nacional y todo ... como sea, el espíritu que aterra a la familia, un tal Bill Wilkins (Bob Adrian) cada vez es más agresivo, por lo que la iglesia pide la colaboración de los Warren para saber si lo que pasa ahí es real o no... pese a la visión, la pareja acepta ir, solo para meterse en una misión mil veces más diabólica que las de la primera parte, confrontando ahora un demonio sin tapujos que se deja ver cuando quiere, manipula a sus visitantes, se transforma en inesperadas formas y acerca a la pareja a la misma muerte...
Completando el cast con Frances O´Connor, entre otros más; James Wan se salta la avaricia de los productores, y hace un producto que ratifica su talento directivo, utilizando la trama, los efectos especiales y a los actores de una forma lúcida y terrorífica como bien debería de hacerse siempre, superando así la secuela a la película original, conservando los aspectos positivos de la cinta anterior, y exponiéndolos al peligro demoniaco que la historia debe tener.
El trailer es una incongruencia para la película, que termina siendo una absoluta recomendación, recordando lo que dije en la reseña de la primer parte, de que sin duda es el futuro del mainstream cinematográfico de horror, consagrándose como un nuevo clásico del género, que se salta codicia, terror de sonidos repentinos, y hace un producto de calidad digno de codearse con los grandes exponentes que conforman la cámara del olimpo cinematográfica dedicada especialmente para los demonios que han hecho que amemos el cine de terror.

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