Ahora, tras la muerte de la agente Sartana Rivera por un integrante de Lost Acapulco (no, solo es un enmascarado de luchador), el presidente pide la ayuda de Machete para detener a un mitad revolucionario mitad narco loco (Bichir) antes que lanze un misil directo a Washington, pero en el camino se encuentra con cientos de personajes que quieren eliminar a la leyenda de Machete.
Con un trailer que nos prevé un loquísimo desenlace en el espacio y todo, y con los mismos fundamentos establecidos desde Grindhouse, la película no supera a su predecesora, opacando a Trejo fuertemente por las largas secuencias al lado de actores como Bichir o Gibson, quienes demuestran su elocuencia y su histrionismo de una manera tan suya, pero cumple los requisítos dentro de su conceptualización, sarcasmo y exageración en la idea de la obligación de ser serie B.
Esto se dice por si usted no está familiarizado con esto mejor no vaya a verla, pues creerá que ya ni lo último de Van Damme era así; pero si usted como yo, es fan de la idea de la resurrección y dignificación de ésto, vaya, pero no espere mejoría con lo genial que la primera parte logró ser; parece más cumplir los caprichos de los fans sobre un saga sobre el mexicano más chingón (referencia a un vehículo al podríamos llamar machetemóbil) que hay habido sobre la faz de la Tierra.

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