domingo, 27 de abril de 2014

La Dolce Vita (1960)

Considerada por muchos como la máxima obra de Federico Fellini, sin duda lo que es verdad es que con esta cinta el director deja de lado la etapa de inspiración neorrealista que había llevado y comienza con lo que se conoce como su periodo simbólista, donde la anacronía y el subtexto constructivo se vuelve la prioridad en la cinta, dejando el alma felliniana presente, pero con secretos y alteraciones cronológicas y lógicas que abren la lectura de la cinta no a parajes surrealistas sino de complexión felliana, que ahora formará parte del aservo del director en las cintas que siguieron.
Ya introduciendo de lleno a quien fuera su fetiche y su representación de sí mismo, Marcelo Mastroianni, la cinta narra las "aventuras" de Marcello Rubini (quien a los productores les hubiera gustado que fuese representado por Paul Newman o algún gringo que se dejara, tratando de repetir el efecto La Strada, sin embargo Mastroianni comienza su propio legado a partir de ésta cinta), un reportero de espectáculo que va lado a lado escribiendo sobre los chismes de la farándula, tratando de dejar de lado ésto para volverse un escritor serio, sin embargo el embriagante estilo de vida de orgías y fiestas interminables con las estrellas y mujeres sensuales no lo deja centrarse en las ideas que el quisiera centrarse, dejándose llevar por el mal gusto y el consumo del mundo por el mundo del espectáculo.
Contando en el reparto también con Anita Ekberg, Anouk Aimee, entre otr@s, la cinta es una perfecta impresión del director para el mundo en el que se estaba sumergiendo, dejando de lado, por un instante, esa alma circense e ingenua, sorprendible con lo que le estaba sucediendo, para complejizarse y comenzar a cuestionarse a sí mismo y el nuevo circo en el que ahora era partícipe. Sin duda una absoluta joya del cine de todos los tiempos, y una indispensable de la cinefilia general, sean o no adeptos al trabajo del director.





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