lunes, 26 de mayo de 2014

Manhattan (1979)

Ha pasado el tiempo, Woody Allen ya no es un novato divirtiéndose haciendo cine menso, ya tuvo su gran primer éxito con Annie Hall, y ahora, sentado en una banca frente a la ciudad que ama, la contempla, sus matices elegantes en blanco y negro, la admira, le inspira, y la misma idea de la expresión es la que en su fluir artístico le indica la dirección qué tomar.
Su homenaje a Nueva York narra la historia de Isaac Davis (Allen), quien ya se ha divorciado dos veces, tiene una relación con una joven adulta, Tracy (Mariel Hemingway), mientras que sigue saliendo con sus intelectaloides amigos, Yale Pollack (Michael Murphy) y Mary Wilkie (Diane Keaton), con quienes asiste a cenas elegantes y fancies de las que los newyorkinos se enorgullecen, así como a exposiciones de arte contemporáneo, donde cualquier americano podría pavonear su raíz y el rumbo que su país, y más allá de éste, su metrópolis lleva; solo que como en toda historia alleneana, la crisis romántica existencial se interpone, y Tracy empieza a aburrir a Davis, y él se enamora de Mary, acomplejándose nuevamente, aún con la sapienza de que nada importará, pues al final, en todo este irónico amoroso, y complicaciones irrelevantes, lo único que importa es que ellos están ahí, situados en la bella ciudad de Nueva York.
Teniendo uno de los máximos soundtracks que cualquier película incluya, iconizando la Rapsodia en Azul de Gershwin como himno newyorkino, Manhattan es tremendo clásico del cine de todos los tiempos, siendo una de las más bellas y elegantes películas del director; una indispensable para cualquier cinéfilo que se pudiera hacer llamar como tal.







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