martes, 8 de octubre de 2019

Midsommar (2019)

Ahora sí vamos con una de las grandes esperadas de 2019, la segunda película del ahora icónico Ari Aster, creador de Hereditary, Midsommar, quien pareciera haber utilizado el presupuesto que antes usó en contratar a top hollywooders como Toni Collette o Gabriel Byrne para ahora sumarlo a la parte de producción que vuelve a esta cinta única en estilo y una maravilla visual a cada segundo que pasa; al declinar a este tipo de actores, entonces recurre a una nueva promesa, Florence Pugh, una chica que si bien podría haber sido desperdiciada por haber participado en las producciones de WWE, es ahora cuando realmente empieza su gran carrera, no solo buscando compararse con actrices de la talla de Collette, sino papeles icónicos del cine de arte como en su momento lo fuera Nicole Kidman en cintas como Dogville; si bien es el primer gran papel de Pugh y no le llega a las leyendas mencionadas es un muy buen primer paso en su andar profesional. El resto del elenco si bien no son tan importantes como ella, se vuelven parte de la decoración de esta épica de este también nuevo monstruo fílmico.
La cinta empieza con el ritmo de Hereditary, más melancólica y citadina, ocurre una tragedia mucho más rápida que en la película anterior, Dani (Pugh) entra en crisis y tiene que refugiarse en un novio que no solo no la quiere, sino hasta sufre tenerla, pues él es muy "cool" para ella; a él le gusta drogarse con sus amigos y hacer cosas de machos, ella no es macho.... La tragedia de Dani se cruza con los planes de Christian (Jack Reynor), el novio, y sus amigos, y la tienen que llevar a Suecia a un viaje que harían para un festival de solsticio que se llevaría a cabo allá...
En Suecia los recibe la familia de Pelle (Vilhelm Blomgren), uno de los amigos de Christian, y poco a poco los va guiando a través de los rituales que se dan en el festival, que van desde lo lúdico a lo bárbaro; será por la curiosidad del tesista Josh (William Jackson Harper) y la impertinencia de Mark (Will Poulter), ambos amigos de Christian, que las cosas se saldrán de control llevándoles a ser parte del ritual final que culminará en un momento cumbre incendiario como uno ya esperaría de un director como Aster.
Ahora sí la crítica: En este caso específico uno ya viene esperando que ver, pues si alguien entrase a la sala sin expectativa absoluta seguramente sería un shock de nefastez como casi nunca se da -en nuestro caso especifico varias parejas de viejitos se salieron a mitad a la película haciendo comentarios de enfado-, la comparativa acá era Hereditary, aunque luego en las redes se pusieron a compararla con clásicos como Eyes Wide Shut, lo que sería entonces como comparar la primer cinta como The Shining, no obstante, cada una tiene su valor, hermosura y mística individual, enfatizando la que tiene que ver con la cinta de la que escribo, Midsommar y Hereditary son distintas, Hereditary fue un impacto como no recuerdo haber vivido en años al entrar a una sala, en esta nunca llega ese impacto, pero es un sumergimiento hacia ese sol interminable, esos paisajes coloridos hipnóticos, que si bien uno no entra a la sala tras el consumo de alucinógenos suecos, uno los vive gracias a la magia del cine; la relación entre Dani y Christian acompleja el recorrido, ese desabor, esa amargura, ese repudio, esa necesidad de abrazo que nunca es satisfecha, todo lejos de casa, extranjeros de la propia existencia, absorbidos minuto a minuto de un ambiente que no te quiere, pero te observa mientras vas desesperando para devorarte en su debido momento, como el depredador a la presa fácil. Lo enfermo y gore es un pretexto, la fealdad es decorativa, la magia verdadera, la extrañeza una realidad, y la unión tiene más sentido al compararse con productor como Holocausto Caníbal que con la misma Hereditary, pues ellos serán el alimento de esas personas que parecen extraídas de una aldea a las faldas de la Montaña Sagrada de Jodorowsky.... El desamparo de Dani en los ojos de Pugh se vuelve nuestro, y esas ondas sinuidales dibujadas en los alrededores no nos dejarán escapar de la trampa milenaria que termina siendo Halsingland.
Salí comparándola con Hereditary, satisfecho, pero no tornado, como cuando vi aquella mencionado, y esa era la decepción; no obstante, las horas y días pasaban y no dejaba de pensar en la película; no me había dado cuenta que sí me había impactado, pero no de la misma manera, la trascendencia no se daría de golpe, sino paulatinamente, como un lento veneno más que un golpe, como una enfermedad... y aún ahora que pongo la fascinante música de Bobby Krlic siento cada momento de la cinta, repercutiendo aún, envenenamiento perpetuo...
Como leen, claro que la cinta es recomendable, claro que es increíble, claro que deben de verla, claro que repercutirá, y claro que el legado de ese nuevo director continúa, de una manera elegante y artística, poética en todos los sentidos, fabulosa en su magnanimidad inoculante.









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