Para tomar en serio la carrera del agente 007, tras el corte de transmisiones de señales desde Jamaica, es mandado allá a investigar qué pasa y a hallar a un agente perdido en misteriosas situaciones. Bond llega a la isla y comienza a ver un halo de secretismo y conspiracionismo que siente es un peligro inminente, por lo que no importa a cuantas chicas villanas tiene que ligar para conocer la verdad, y es que un tal Dr No de un grupo secreto llamado Spectre tienen planeado intervenir un misil gringo para destruir tanto Occidente como Oriente, todo debido a la frustración del villano a quien ni en Este ni Oeste quisieron contratar. Bond, ayudado por un negro matable (John Kitzmiller) y una chica que se encontraron en la playa (Andress) ahora son los únicos capaces de detener el macabro plan del doctor, quien con un futurista equipo radioactivo intentará llevar a cabo su plan y volver un mundo mejor, aunque sea para él solo.
Es increíble darse cuenta que una película comparable con la imaginería del Santo o del Batman a gogo haya logrado situarse en la historia como lo que el agente es, pero sí, con todo y su racismo (muy típico de cualquier cine de blancos) y su sexismo (muy típico del género de acción), el inicio de la saga es entretenido y divertido, pero sin llegar a creérnosla en cuanto al impacto cultural que el personaje y sus historias lograrán.
La cinta en definitiva es recomendable por su contenido de entretención y sobre todo por ser la primera de toda la saga; será bueno darle un vistazo ahora que estamos más allá de cincuenta años posteriores y nos perfilamos hacia la vigésima quinta cinta de la franquicia, solo para ver la evolución del personaje, y el reflejo idiosincrático que pudiéramos encontrar entre esos entonces y lo que ahora el producto se volvió.

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