lunes, 2 de junio de 2014

The Mask (1994)

Aunque a veces se pudiera considerar a Ace Ventura como el primer gran hit de Jim Carrey, sin duda sin primer gran épico en su carrera, la catapulta absoluta fue la cinta dirigida por Chuck Rusell, basada en el cómic del mismo nombre de Mike Richardson, y es que si en algo destaca la teatralidad cómica del actor es la gestualidad, y ¿donde hay mayor gestualidad que en una caricatura? así que cuando Carrey interpreta a Stanley Ipkis, solo se le permite actuar y sobre actuar de la mejor manera, manera que nadie más hubiera podido superar o alcanzar, de ahí en adelante todo es historia.
Sobre un perdedor fanático de Tex Avery que trabaja en un banco, y que justo después de conocer a la mujer de sus sueños, Tina Carlyle (Cameron Díaz), una especie de Jessica Rabbit rubia, encuentra una máscara de Loki, una máscara mágica, la cual, cuando se la pone se convierte en el loco ser que La Mascara es, ¿un superhéroe? ¿un antihéroe? un algo que primero roba el banco para poder ir inmediatamente tras Carlyle, lo que desata que la policía le busque, así como una mafia que planeaba robar el banco antes, teniendo entonces Ipkis que salvar su nombre, su pellejo y tratar de conseguir el amor verdadero de la sensual Tina Carlyle.
Y teniendo también de propulsor de su carrera, Cameron Díaz tiene el rol más sexy de su carrera, pues la mujer que baila Cuban Pete, con ese score pop maravillosamente ecualizado por Randy Edelman comparable con otros fenómenos cinematográficos de esos tiempos como Beetlejuice, es sin duda un personaje comparable en belleza, carisma y talento con Marilyn Monroe.
La cinta es nominada a óscar por efectos especiales, pero triunfa ante la predecible predilecta Forest Gump; no sin dejarnos innolvidables, inmortales y absolutamente secuencias perfectas de la que es una de las mejores comedias de todos los tiempos, deja a Jim Carrey en el cielo de los comediantes y nos deja a los cinéfilos y público en general el recuerdo de una risa infinita cuya visita nunca dejará de sorprendernos/deleitarnos.






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