Sobre el robot Andrew (Williams), que en 2005 es entregado a una familia con escepticismo, de la cual ambas partes llegan a sentirse gratos y servidos, y de la independización de Andrew tras la complejización de su conciencia, solo para empezar un viaje estilo Entrevista con el Vampiro en busca de otros como él, encontrando solamente a Galatea (Kiersten Warren) una robot destacada por no saber hacer otra cos que no sea bailar, pero destacando el encuentro debido a que gracias a esto Andrew conoce al Dr. Rupert Burns (Oliver Platt), quien es el que finalmente le ayuda poco a poco a cumplir su deseo de su humanización, en la cual se termina enamorando de Portia (Embeth Davidtz), nieta de "Damita" (Embeth Davidtz), su humana favorita de su primer familia; ya en esta etapa Andrew y Portia luchan por que al exrobot se le declare legalmente humano, mientras éste mismo continúa su proceso de desrobotización haciendose cada vez más defectuoso y envejecible como todos los organismos orgánicos somos.
Al final, cualquier película de la humanidad de las máquinas resulta interesante, pero desde el factor estético de un robot con cara de Robin Williams (¡Y su caracter!) hasta la interminable melasa de la cinta jamás la dejan salir de su estilo blockbuster directo para DVD (o VHS en su caso... talvez para pasarse en Disney Channel... ehmm... sí, es medio infantiloide...) jamás ayudarán a que quizás la más destacada de las películas de ciencia ficción de Williams salga a ser reconocida en el mainstream del género.
Quien sabe (pues nunca he leído los textos en los que se basa el film) si la historia de Asimov sea tan rosa como la película, pero ésta ayuda a la consolidación de Colombus para ser elegido para dirigir el inicio de una de las más grandes franquicias de la historia (Harry Potter), y a Williams, lo deja donde siempre: el optmista que ya empieza a cansar con esa careta que carga desde más de una década atrás...

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