No eres un actor, solo eres una celebridad...
Arte... Superhéroes... Nostalgia... Los 60s son los nuevos 30s...
Amores Perros... Ironman... 8 1/2...
México... Babel.. El mundo...
Si algo hemos tenido claro hoy, vivimos en la era de los superhéroes, es algo innegable... Litchenstein y Warhol lo previeron... Christopher Reeve lo inició, y Tim Burton lo con-trató/sagró... La invasión extranjera a Hollywood nunca cesó, solo se repartió y se reestableció; el mercado latino, y en específico el mercado mexicano dió la cara y triunfo: Del Toro, Cuarón.... ¡Iñarritú!
Crece, explora, reconstrúyete, reanalízate, recreate... Como Mastroianni representó la personalización de Fellini en los años del paparazzi y del director en busca de su alma, encontrando en el festival la salvación, el mundo se detiene e Iñarritú ve esa torre multi-idioma que le acoge en sombra y reinterpreta el entorno, cínica y ácidamente; decide hacer una comedia entonces pero no planea ensuciarse los zapatos de la mierda que suele embarrar a los que salpican ese género tan controversial, él ya no tiene a Guillermo Arriaga, pero ya ha demostrado que es autosuficiente, que la historia es un pretexto para explotar su alma, como un verdadero director de cine debe hacerlo; y aunque Biutiful no es cumbre como lo hizo con Amores Perros, es tiempo de aprovechar el espacio que vive y tomar un ícono del peso de Mastroianni y usarle como tótem situacional del Hollywood y el espectáculo de los años que vivimos, el siglo XXI es parecido, pero distinto al de Fellini, así que si el negro decide volar la mente del público, deberá saberse donde se encuentra, arrancar el punto núcleo de su tiempo, retomarlo y justificarlo, y ese núcleo es Batman...
Michael Keaton, un viejo llamado Riggan, que en los noventas tuvo su super hit superheróico e inspiró al cine de las generaciones actuales, quiere retomar y salvar su carrera, por lo que se desapegará de ese personaje que le estereotipó llamado Birdman y rehará la historia de su vida al menos, cueste lo que cueste; lo único que no espera es lo que pasa, la realidad, la verdadera situación del mundo, donde él le importa una mierda a su antigua fanaticada... Así que en una magnífica línea que simula un plano secuencia, maravilla entregada de las manos expertas del Chivo Lubezki, tres previews de la obra y el gran estreno se muestran en este espiral ni descendiente ni ascendente, sino más bien entrópico hacia todas direcciones, como juego de feria destinado a desmayar del mareo, donde el vuelo de Birdman no se betará pese a todos los impedimentos sociales, profesionales o psiquiátricos que se antepongan en su camino....
Por lo que Keaton queda en el impresionante rol protagónico, pero sin hacerles sombras al resto del elenco que lucen como pocas veces de ésta manera, pues actuaciones como la del egócentrico personaje de Edward Norton, la impulsiva Emma Stone, la inestable Naomi Watts, por no mencionar a la no tan conocida Andrea Riseborough, o a Zack Galifianakis, que son parte de una multidireccional línea narrativa excelentemente bien llevada por la dirección que decide unir por un score que, discúlpeme señor Santaolalla, pero, supera cualquier trabajo del mexicano, pues como latidos del corazón de la cinta, el jazzista mexicano también Antonio Sánchez unifica como pocas veces hemos visto la magnificencia del film en su totalidad, pudiendo describir este inolvidable ost con solo una palabra, y ni una palabra, sino más bien una onomatopeya expresiva vulgar que no tiende sino a usarse para describir las sensaciones inexplicables: Uff...
Así que como poema beat, con una elegancia y malicia intrínseca Iñarritú hace de una era un poema audiovisual, de una coordinación y métrica wagneriana, de una intensidad que sonrojaría a Von Trier, de una facilidad visual y narrativa que dejaría boquiabierto al mencionado Fellini, y que deja a cualquier cinéfilo que un corazón ahogado de orgullo y deleite, de saber que la esperanza del arte y su mañana nunca terminan, y que siempre podemos esperar más espectáculos reflejos de nuestra sociedad y nuestra contemporaneidad que harán estremecer nuestras almas y nuestra eterna curiosidad del progresar del séptimo arte. Joyísima!
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