A manera de precuela a la película original de 1974, la historia inicia con la iniciación de Jed Sawyer (Boris Kavakchiev) a la sierra eléctrica, solo para seguir con el asesinato de una chica que resulta ser hija del sheriff del pueblo (Stephen Dorff); por lo que éste manda a Jed a un hospital psiquiátrico reformatorio para niños esperando que el doctor a cargo (Chris Adamson) le envíe directo a prisión al cumplir 18 años. 10 años pasan, y año tras año, la mamá Sawyer, Verna (Lili Taylor) sigue tratando de recuperar a su hijo, pero bajo las órdenes del sheriff, nadie del hospital lo permitirá, así que Verna crea un alboroto suficiente para causar un motín que ayuda al escape de 4 locos y una enfermera secuestrada. Al grupo de locos los dirigen Ike (James Bloor) y su novia quemada (Jessica Madsen), quien a final de cuenta se llevan la película, siendo estos una mezcla de Mick y Mallory y Pumpkin y Honey Bunny. A ellos les siguen Bud (Sam Coleman), Jackson (Sam Strike) y la enfermera (Vanessa Grasse), que por momentos parece más integrada al grupo que secuestrada; los teen-locos inician un roadtrip hacia México, donde van asesinando personas y haciendo injustificada necrofilia -fue interesante, casi nunca se ve... aunque injustificada... ehm...- El sheriff y Iron Fist (Finn Jones) irán tras los muchachos en busca de una venganza que llevará a un final bastante mediocrón que harán lucir a esta precuela como una de las peores de las que tenga memoria.
Entonces, empecemos con lo bueno: Los personajes de Ike y Clarice por volverse la pareja asesina sin remordimiento, hubiera preferido ver una película de ellos que lo que vi; la actuación de Dorff y Taylor, como siempre destacó... y ya. Ahora lo malo, primero la selección de Strike en el protagónico es una de las peores mentadas de madre que se haya hecho al género slasher... el actor no queda para nada de Leatherface, en dado caso Coleman/Bud queda un millón de veces más; la adición de una conciencia buena en Jed es una total estupidez; Jason, Myers y Leatherface destacan como tontos malditos, moles sanguinarias que no sienten más que placer al asesinar y ser lo que les hizo destacar en el cine del género, leyendas del slasher... el Leatherface de aquí siente, es compasivo, buena onda, ligador y hasta carismático... de pronto al final empieza a atontarse sin aparente motivo alguno -osea, sí lo deforman, pero nunca le pegaron en la cabeza o algo como para terminando su cicatrización regresara a la normalidad, el chavo cool del manicomio- Los hechos se van dando demasiado aleatorios, y para presumir de ser fans de Clive Barker, Dario Argento, Carpenter y Polanski, los directores hicieron un pésimo trabajo recreando una historia tan clásica, haciendo ver a la Masacre de Texas el Inicio, la versión en la que los Sawyer se llaman Hewitt, como una joya del cine de horror de todos los tiempos, los cual no es -no es buena, pero tampoco mala, y menos a este nivel-
El resultado final es una vergonzosa entrega que entristecería al más básico fan de la saga; pese a los intentos de resaltar queda muy en el fondo del escusado que los mismos creadores construyeron, y lamentablemente termina siendo un producto bastante no-recomendable para el público en general... ya si usted es muy fan de la franquicia y como yo, no puede evitar ir al cine a curiosear a ver qué, pues vaya con la más mínima de las expectativas que el desenlace de esta curiosidad terminará siendo el ahorcamiento cinéfilo de todo lo que uno cree debería ser en las películas que nos hicieron amar al cine.
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