Del director Eric Gustavson, y basado en el best seller homónimo de Jostein Gaarder, El Mundo de Sofía es una historia sobre las aventuras de una niña llamada Sofía, que conoce a un hombre de nombre Alberto Knox, quien la lleva a distintas épocas para que conozca a los más importantes filósofos, y estos la enseñen a filosofar, hasta empezar a cuestionarse su propio ser, y entrar en una crisis existencial que desemboca en uno de los más bonitos finales que se hayan escrito.
Aunque argumentalmente hablando la película estelarizada por Silje Storstein & Tomas Von Bromssen es una maravilla enriquecedora del ser mismo, por su manera de enseñar a los principales filósofos de la historia (desde la perspectiva de Gaarder), y a parte genera las posibilidades de que un personaje filosofe sobre su existir y se dé cuenta que es solo un personaje en una línea de ideas, la rítmica que Gustavson utiliza es demasiado poética y casi estática, cuando podría pensarse que todo lo que el escritor planeaba era que a través de Sofía un niño pudiera tener un primer acercamiento a la filosofía, encontrarle un gusto, o por lo menos poderse explicar porqué no le gusta, pues Sofía le enseñó los pros y los contras del amor por el conocimiento; entre coritos aburridos, y escenas extremadamente largas, la película está más cerca de la exploración de los temps mort que de una película incluyente e integral.
Sí, como lo digo, su final es muy bello, pero eso cae más en el libro que en la película, así que para los curiosos está bien, pero si usted pensaba que ya existía una manera para que sus hijos, primitos o amiguitos tuvieran su primer acercamiento a la filosofía saltándose el libro, mejor busque otra manera, pues cualquier niño, por más interesante que sea la película, terminará durmiéndose.
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