Dirigida por Frank Khalfoun, en un proyecto originalmente llamado Amityville The Lost Tapes - donde la clásica historia de la casa tenebrosa se tornaría a algo así como Paranormal Activity, muy found footage, muy actual, muy milenial-, retoma la historia desde una perspectiva diferente con un gran elenco que incluye a Jennifer Jason Leigh, Thomas Mann, Cameron Monaghan, Jennifer Morrison, Kurtwood Smith, McKenna Grace, pero estelarizada por una insípida Bella Thorne, terminando por tener una pieza totalmente prescindible, innecesaria y que hace de este gran clásico del cine de horror una pieza cualquiera para ver entresemana de entre ese hastioso catálogo de terror B que abunda por todos lados.
La cinta narra la mudanza de la familia de Joan (Leigh), quien tiene tres hijos: Belle (Thorne), su gemelo en coma James (Monaghan) y la pequeña Juliet (Grace -¿nueva Chloe Moretz?-), a la famosa casa; el pretexto: tratar de que James mejore/despierte. En la escuela de Belle es donde le dicen que vea las antiguas películas de Amityville para darse cuenta a dónde se había mudado su familia; una vez persuadida, trata de convencer a su madre de partir, pero lo que hallará en sus súplicas será la única pequeñez que llama la atención a lo largo de todo el martirio fílmico que decidimos entrar a ver, una composición de ruidos asustantes estúpidos con malas actuaciones incluso de grandes actores como Leigh o Kurtwood Smith, y un pésimo desempeño por parte de la protagonista, quien pareciese solo busca destacar por sus escenas sexy-teen en las que sus calzones tienen más carisma que ella misma.
Sí, esperaba mal contenido y mala continuación, pero no a semejantes niveles; así que si usted es hater de la versión de Ryan Reynolds del 2005, ésta redefinirá el significado de descategorizar un remake como pocos lo logran hacer.
No es recomendable, no vale la pena, nunca debió suceder. Shame-shame-shame
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