domingo, 16 de marzo de 2014

Need for Speed (2014)

Basado en los juegos de Electronic Arts, y dirigida por Scott Waugh, la película sobre carros y chavos treintañeros hyper cool nos deja clarísimo una de las más grandes interrogantes histriónicas, y esa es ¿el actor hace la obra o la obra hace al actor? porque la  estelarizada por quien como el personaje de Breaking Bad Jesse Pinkman, Aaron Paul, nos demuestra que ese multifascético y soprendente personaje era más gracias a la historia de Vince Gilligan que a su capacidad actoral, puesto que en esta cinta clitché de carritos, su personaje es idiota, predecible y totalmente plano casi tanto como la construcción de la película en su totalidad.
Sobre un grupo de amigos que arreglan carros mejor que nadie, y además les gusta correrlos, cierto día un ex amigo llega a decirles que arreglen un carro suyo, así que lo arreglan tan bien que dejan en ridículo al ex amigo, interpretado por Dominic Cooper (Howard Stark en Capitán América), por lo que éste reta al protagonista, Tobey (Paul) y a su amiguito lambiscón, Pete (Harrison Gilbertson) a una carrerita donde el amiguito muere y empieza una sed de venganza buen plan que terminará por concretarse en la carrera underground de la historia.
Completando el cast con Michael Keaton e Imogen Poots (V for Vendetta/ 28 Weeks Later), la película que contiene extraordinarias secuencias de acción es vacía, sosa, insípida, tediosa e incongruente, llenando las necesidades de adrenalina de un público tarado y hambriento de más historias de "machos alfa" sobre carruajes de lujo conquistando hembras (pues las maneras misóginas hipócritas se ven todo el tiempo en la relación de los personajes principales) pareciese que cumplen con la línea de películas del estilo iniciadas con la saga de Rápido y Furioso, siendo tremendamente exitosas en taquilla, reflejando la idiosincracia consumidora y vomitadora de contenidos inteligentes actual entre las comunidades mayoritariamente masculinas de chavorucos alrededor del mundo.
Y hago este cierre aclarando que pese a que no me gustan sagas como ésta (pues es obvio que harán más y más cintas como esta) o Rápido y Furioso, no significa que carros + cine sea una mala combinación pues hay buenas películas con esta mezcla como la reciente Rush, la nueva clásica posmoderna Death Proof o la clásica Rebelde sin causa, que nos muestran que no por meter historias automotrices perjudican la historia o el contenido total de la película, son medios para contar grandes historias y no son la historia en sí. De pena ajena, ojalá Jesse Pinkman redima su carrera y en un futuro nos pueda traer una actuación digna de hacerse...






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