miércoles, 14 de marzo de 2018

Ai No Korida (1976)

Uno de los máximos clásicos del erotismo es la conocida al español como El Imperio de los Sentidos, la controversial película de Nagisa Oshima, quien crea una historia basada en un famoso caso de los 30´s en Japón, y se toma la libertad entera para contarla como debía ser contada, explícitamente; obviamente si una cinta así hoy en día causaría revuelo, en su momento lo causó exponencialmente, al grado de tajantemente prohibirse en su país, teniendo Francia que adoptar el proyecto para poder salir al público; luego Estados Unidos y Alemania dieron chance de proyecciones, y finalmente a nivel mundial, con más que discreción, y muchísimas veces mostrando un producto cercenado que no era realmente la visión del propositivo Oshima.
Casi pornográfica, aún así, la cinta tiene una belleza en su estructura, una introspectiva ninfomanía que torna hermoso el más enfermo de los placeres, vueltos cada uno tabú por las diferentes restricciones sociales sexuales prohibitivas que suelen existir.
La obra nos narra la llegada de Sada (Eiko Matsuda) a la casa de Kichizo Ishida (Tatsuya Fuji); ella arriba como sirvienta, y poco a poco le seduce para enamorarle y comenzar el carnaval sexual que la película es. La chica hipersensible, hipersexualizada no se le puede separar a su hombre, y practican su sexualidad indiscriminadamente donde sea en el momento que sea, volviéndose en un punto repugnantes para el resto de los aldeanos. Su sexualidad es tal que cuando él no está, ella hasta a los niños les trae ganas (mención importante por una de las escenas más sonadas en cuanto a régimen de prohibición); al final todos los caminos llevan al máximo de los placeres, una secuencia obvia para los hedonistas desenfrenados, la manera máxima del placer, la muerte... como epílogo se menciona que su amor y sexualidad se volvieron legendarios para la gente japonesa, y es por eso que el mismo Oshima decide hacer el filme.
La cinta es una odisea sexual que hasta la fecha lleva a los sentidos al límite, una preciosura sexual que no evitará que la sangre fluya por todo tu cuerpo y te conecte con la insaciable sed de Kichizo y la sádica Sada (¿tendrá que ver el nombre de éste ícono con el master de lo perverso, el magnífico marqués maestrazo Sade?).
Títulada así en mención al libro de Roland Barthes, El Imperio de los Signos, la cinta en efecto se vuelve la biblia de la lingüistica sexual, el kamasutra del séptimo arte, el manual de amor desenfrenado más real que recordemos, un clasicazo imperdible para situarnos en las pieles de los protagonistas y gozar una y otra vez hasta que las venas nos revienten y no podamos seguir más... ya saben entonces que la recomendación de mi parte será infalible, indispensable y hasta prescriptiva. Así que sean felices, fluyan, y únanse al imperio de los sentidos que Oshima nos ha brindado/regalado.













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