domingo, 30 de marzo de 2014

Frida (2002)

La querida por muchos y odiada por otros cinta de la directora Julie Taymor, sin duda es relevante, nos guste o no, debido al fenómeno que la artista de la que la película habla se ha vuelto ícono de la liberalidad y la fuerza feminista de los últimos años, figura emblemática del kitch mexicano y querámoslo o no, su importancia en los óscares en los que fue nominada, es la prueba irrefutable del peso que la cinta tuvo para la academia y el mundo hollywoodense en su totalidad.
Estelarizada y producida por Salma Hayek, que de pronto pasó de ser la sexy carga víboras en From Dusk Till Dawn a una importante latina productora y directora de las más reconocidas en el alto mundo de la farándula, quien la hace de Frida Khalo, acompañada del ascendente (en ese momento) Alfred Molina interpretando al talentoso misógino Diego Rivera, siendo estos dos juntos los que llevan casi toda la cinta en la que sus amores y desventuras se van decorando por un sin fin de cameos de gente importante de la historia y del cine, que van desde Siqueiros, Rockefeller y  hasta Trosky, y de Antonio Banderas, Geoffrey Rush, Edward Norton, Diego Luna, Patricia Reyes Spíndola hasta Lila Downs, entre otros, en una marcha folklórica sobre la colorida historia de la artista.
Talvez su mayor logro se debe al avance del mercado latinoamericano y la fuerza con la que su presencia en Estados Unidos se está dando, pero comprendiendo las críticas, donde por un lado se critica el hecho de haberla grabado en inglés, aún cuando gran parte de las grabaciones se hizo en México, pero por el lado de la aceptación también se entiende desde el aspecto del gusto natural del ser humano por todo lo exótico, y en este gusto su tendencia igualmente natural de ese exoticismo de mal gusto que denota más tradiciones arcaícas que denotan una constante negativa hacia el progreso global o la equidad de las razas en el mundo; pero como sea, en cuanto a factura y estilo de la cinta bien se puede justificar en el trabajo de la directora que se consolida (estilísticamente hablando) después con Across the Universe, y con el hecho de solo haber ganado en banda sonora y maquillaje y dejar así satisfechos a adeptos y detractores. Al final es una película tibia y nada más, cuya objetividad podría más dejarse a los ajenos a Frida y a México, que para los que los vivimos día con día.







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