No es con El Jeque Blanco o los Inútiles, sino hasta su tercer largometraje que Federico Fellini se vuelve internacionalmente conocido, consiguiendo el óscar a mejor película extranjera con una pieza que incluye toda la escuela de la que surge con el neorrealismo donde habitaba, hasta su circense estilo personal, que le seguirá por toda la vida, musicalizado por su gran amigo Nino Rota.
Estelarizada por su esposa y musa, Giulietta Masina, como Gelsomina, una pobre con tintes de Cabiria naciente, pero con una mala suerte para la vida que le ha tocado, muy adoc al género y al tiempo de la filmación de La Strada (la carretera), y el mexicano Anthony Quinn, quien interpreta a Zampano, un viejo fodongo, grosero, macho y grotesco que compra a Gelsomina a su madre y la lleva a viajar por Italia con él, presentando el mismo acto aburrido cada pueblo que llegan, trabajando a veces al lado de más cirqueros, a veces solos; todo hasta que cierto acontecimiento con un personaje de nombre El Loco, interpretado por Richard Baseheart, cambia la perspectiva optimista de Gelsomina, hasta crearle un colapso letal que nos leva hasta no spoileada conclusión.
Sin duda una joya del neorealismo italiano, no por nada su repercusión internacional, y es el primer acercamiento más de lleno a lo que Fellini resultará en los años por venir. Como todo lo del director italiano, recomendadísima.
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