De las primeras películas de Tom Hanks, y la prueba de que no importa cuán grande te vuelvas como ícono hollywoodense, en algún momento harás cine basura, tenemos la traducida al español como Quisiera ser grande, que pese a su éxito, bien podría ser una verguenza en la carrera de Hanks, aún cuando se ha vuelto referente en la cultura pop actual extremadamente referencial, y hasta una predecesora directa a otra popular cinta como lo es Si tuviera 30.
Dirigida por Penny Marshall, la cinta nos narra las aventuras de Josh (David Moscow) y su amigo Billy (Jared Rushton), quienes conocen chicas, se divierten y se frustran de sus impedimentos de adolescentes; sin embargo estas frustraciones para ellos no son tan simpáticas como para el público, y Josh desea crecer para ser más tomado en serio y sobre todo poderse subir a una atracción de una feria de pueblo; encuentra una máquina mágica, hace el deseo, y a la mañana siguiente, el deseo se ha vuelto realidad: Josh (Hanks) ahora es adulto.
Primero va a su casa donde su mamá piensa que es un asaltante, y luego con Billy, quien lo lleva a vivir a un hotel de paso en lo que resuelven el problema; consigue un trabajo, y pasa lo que a todos los adultos nos sucede: empieza a ascender injustificadamente hasta volverse el favorito del jefe y hasta llegar a tirarse a la más destacada de las socias de su trabajo... nos pasa a todos.
Y sí, desde tirarse a la chica esta (Elizabeth Perkins) hasta el hecho de que a pese a que se pierde y su mamá (Mercedes Ruehl) sí se preocupa por él, en ningún momento se llama a la policía o por ahí aparece algún letrero de niño perdido, siguiendo una dinámica similar a cuando se pierde un gato (porque por un perro sí se ponen letreros y hasta se ofrecen recompensas (LOL)), la cinta cae en lo idiota y bien podría ser fácilmente representado en series desde Le temes a la oscuridad hasta las actuales i.carly, victorious o infinidad más... La premisa absurda va más allá de lo divertido y simplemente entretiene y si hubiera que catalogarse en algún lugar sería al lado de películas de humor blanco de esa época como Caddyshack, y solo por el hecho de tener a Hanks y a Perkins en el paquete, pues aplauso para Marshall realmente no debe de haber.
Más allá de lo cinematográfico sí es de sorprenderse alguna que otra secuencia en la película que cae en lo enfermizo que la situación de Josh pudiera ofrecer, como el hecho de que un adulto se vaya a quedar en un motel con un niño y a nadie se le haga raro o pedófilo, o el hecho del carácter de Josh que solo es catalogado como peculiar, cuando bien gente como Michael Jackson pudiera haber justificado todos sus problemas existenciales diciendo que solo es un niño que consiguió repentinamente el cuerpo de un adulto...
La película es burda pero intrigante, pero bueno, quizás en esos días la pedofilia no era tan grande problema como ahora o a todos les importaba un carajo, así que talvez en un remake hasta Adam Sandler podría a tener el papel de Josh comprobando que el producto en su todo es una basura, y su inmortalización se debe por la presencia de Hanks, que por sus hazañas posteriores la vuelve relevante y revisitable. Recomendable para los gustosos del humor blanco, los fans de Hanks, los de los ochentas o los que quieran dormitar en domingo y no sepan a qué dejarle.
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