domingo, 14 de agosto de 2016

La Vita e Bella (1997)

Tres generaciones en escena, el nieto, alumno de Fellini, Roberto Begnini, narrando la historia de su padre Giosué, quien en la historia, muy pequeño, vivió 3 años en un campo de concentración italiano, en el periodo fascista/nazi, y aún así, pese a ser el narrador real del cuento, Giosué no es el protagonista, es Guido, el abuelo de Begnini, quien inicia la historia muchos años antes de que Giosué entrara en escena, cuando los frenos del carro de Guido fallan, y logran frenarlo justo en el lugar donde llueven mujeres del cielo, donde Dora, la principessa, hace su aparición y le revitaliza el espíritu y el corazón al ya cantinflezco y woodyallenezco Guido, quien a partir de entonces dedica su entera existencia a conseguir el amor de la caída de la nada, adornando su romance con bromas sencillas y aventuras ocasionales que culminarán en el nacimiento de Giosué... pero ya me he adentrado demasiado, ya argumento y apenas estoy en el párrafo uno...
Entonces, Begnini dirige una película sobre la historia de su abuelo, Guido, se internacionaliza velozmente gracias a su historia judía bélica, el cine más distribuible del siglo, llegan los óscares y gana a Mejor Cinta Internacional, además de score y música para Nicola Piovani, se vuelve un clásico inmediato, favorita de miles, y empieza a deformarse... las señoras la adoptan por su positivismo, los judíos como emblema de su bondad, los optimistas como película favorita, etc, etc, etc... entonces en su momento no la vi... sabía que debía verla, pues si en algún momento Fellini confió en el talento de Begnini ¿qué me hacía superior a una de las cabezas del séptimo arte? Llegó Netflix, La Vida es Bella era parte del catálogo, y porfin decidí verla...
Así que dirigida por Begninin, estelarizada por él, la historia comienza con el carro sin frenos, la mujer del cielo, la conquista de la misma, los gags, la cantinfleada a la italiana, el ingenio, el ligue, y Giosué (Giorgio Cantarini), inicia el capítulo segundo... En el segundo acto el fascismo se ha consumado, Italia ha cambiado, los alemanes son parte del tratado del mal; Guido tiene una librería, y ahí se la pasa Giosué... los atrapan por judíos, Dora (Nicoletta Braschi) les alcanza y exige tener el mismo castigo que su hombre y su hijo, todos son llevados a los campos de concentración; Dora es llevada al area de mujeres, Guido y Giosué al de hombres, ahí estará la parte cruel y de fortaleza, pues el padre tendrá que encubrir los horrores nazi para defender la inocencia del pequeño inventando que están ahí por un concurso, donde si ganas 1000 puntos podrás llevarte un tanque a tu casa... entonces con su estilo peculiar Guido disfrazará todo de aventura, buscando que a su niño no le ocurra nada, resistiendo día a día para intentar salir del infierno mismo, sin echar a perder al chiquillo que traía con él.
La historia por supuesto que es una maravillosa composición de fuerza y resistencia, como todas la películas de la segunda guerra mundial, el carisma de Guido la pinta de matices diferentes, se entiende porqué inspiró de tal manera al director para hacerle tan digno homenaje; claro que es inspiradora, claro que es una joya cinematográfica y se justifica el abrazo felliniano; lástima que en aquellos días el escuadrón boy scout señorial la haya usado como bandera, ahuyentando a cualquier ajeno a sus tendencias, y dejándola para el momento cualquiera, en ese año lejano donde yo he venido a reencontrarla.
Hermosas actuaciones, tremendo contenido, la cinta es una indispensable del cine de todos los tiempos, que pese al fenómeno creado a su alrededor, todos deberían de ver, amar y conservar, pues como ésta hay pocas, y como está pocas podrán crearse en los años por venir...








No hay comentarios:

Publicar un comentario