Ubicada en la misma línea temporal que la primera, ésta vez, la historia narra el ingreso de unos chavitos y unos polícias dentro del edificio, topándose con los demonios que se habían visto en la uno, llegando a un punto en la película, donde los tiempos se entrelazan y la primera tiene su secuela finalmente.
Es, sin duda, una de las mejores secuelas que se hayan hecho, y el llevamiento atemporal que maneja nos hace creer que este tipo de laberintos temporales sí tienen aún mucho por explorar, y solo unos cuantos powsers de la industria deforman esta magnífica cualidad del cine más reciente como una moda para quedar bien con el público verdaderamente cinéfilo.
Así que si la cinefilia corre por tus venas, estas dos primeras entregas son imperdibles.

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