Del director kurdoiraquí Hiner Saleem, la película ganadora de mejor película en el 6oavo Festival de Venecia es una joya de lo cotideano, lo contemplativo, y hasta catalogable como humano; una cinta sobre la cotidaneidad, la rutina, la economía, la vida y solo eso, un instante, una solución, una resignación, un statement mundial, irrelevante, como devenir vacío, como helado destino de una vida que vale o no vale vivirse...
Sobre una comunidad que resiente la economía sovietica en Armenia, sus vivencias, sus métodos de sobrevivencia (sin caer en las aventuras hollywoodenses que podrían venir en mente con lo mencionado), sus problemas, sus maneras de ignorar el mundo que se congela tristemente a su alrededor.
Una gran película, que en momentos llega a caer en lo lento, pero que en conjunto se vuelve un tesoro del cine menospreciado, pues debió de ser mejor movida en el mainstream, para al menos llegar a tener la repercución a nivel populi de cintas del estilo como Amour, entre otras...
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