jueves, 23 de junio de 2016

Independence Day (1996)

Hito del cine de ciencia ficción y de invasiones extraterrestres, siendo quizás la más apantallante de los 90´s en cuanto clitché hollywoodense (están el Quinto Sentido o Alien 3, pero esas son más sello de autor), y dando pie a un estilo de cine veraniego que hasta la fecha persiste; vacío y despampanante que ha engendrado desde el criticado cine de Michael Bay a las siguientes cintas del mismo director Roland Emmerich, destruyendo el mundo de las maneras que se le vayan presentando en el trayecto de los años por venir. La también conocida como ID4 es un fenómeno cultural de finales de siglo que nos adentró al espectáculo visual como más grande cualidad hollywoodense, llevando las narrativas bien hechas a un plano distinto al del show de luces y efectos especiales que, por mucho que nos guste el cine de arte, no podemos dejar de ver.
Entonces, ya con la idea en mente, Emmerich y el otro productor, Dean Devlin, contratan a un nuevo ícono atractor de las nuevas generaciones, no uno muy caro y pedante, pero sí uno muy popular y en ascenso, Will Smith, el Principe del Rap, lo ponen en forma, e invitan a la Mosca en persona, Jeff Goldblum para tener a la fanaticada seria de su lado; una campaña publicitaria como nunca antes se había visto, sitúa las cartas en el tablero, y ¡presto!
Sin perder su mojo gringo, la película se ubica en distintas partes del mundo, pero sobre todo en Washington, New York y California, teniendo la historia principal en NY, donde viven David Levinson (Goldblum) y su padre (Judd Hirsch), un reparador de cable de HBO y un viejo judío que juega al ajedréz en Central Park; es David quien descubre que una señal que interrumpe los sistemas satelitales es una cuenta regresiva que no sabe para qué sirve, viendo nosotros que se liga directamente a las naves que arrivan a la luna al inicio de la película. Obvio los gringos son los primeros en notarlo, y en un muy demócrata estilo, el presidente jóven y buena onda (Bill Pullman) dice a su gente y al mundo entero que guarden la calma hasta ver qué... teniendo entre sus tácticas el juego de luces sacado de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo; pero para entonces David ya asoció la cuenta con los aliens, y necesita decirle al presidente las malas noticias... Ustedes dirán ¿y cómo un reparador de cable tiene acceso al presidente? Pues su exesposa (Margaret Colin) trabaja con él -deux ex machina hágase presente-, así que el imposible se hace posible, y el judío ñoño salva al presidente del que sería el primer ataque extraterrestre.
A la mañana siguiente el ejército entra en acción, activando entonces los poderes del rap, que había sido llamado a servicio un día antes, dejando a su novia desnudista (Vivica A Fox) y su hijastro (Ross Bagley) a expensas del ataque. Las tropas son dirigidas por él (Smith, por si lo del rap no los había dirigido directamente), y su amigo Jimmy (Harry Connick) -quien deberá morir para dramatizar al personaje principal-. El ataque es un fracaso porque las naves extraterrestres tienen sorprendentes escudos, pero Steven Hiller (Smith) logra escapar, tumbar una nave alien, golpear al alien y llevarle al área 51 donde todos los personajes ya se encuentran. Ahí tendrán que ver qué hacer para tumbar al ejército alien y despacharlos lo más rápido posible para estar a tiempo de festejar su día de la independencia, teniendo entre sus probables cartas bombas atómicas y un actualizado homenaje al fabuloso HG Wells y su Guerra de los Mundos, a quien pareciera lo bueno de la pieza fuera dedicado como un espectacular homenaje que quienes vieron la cinta original de 1953 entenderán...
Entonces, si notan la sátira de la narrativa, ¿porqué la considero una joya de la ciencia ficción y una indispensable para la comprensión del cine de nuestra era? En esa época salen 3 películas similares que referirán a las invasiones extraterrestres: Mars Attack de Tim Burton, que estética, chistosa y de gran carga actoral famosa, Men in Black, que toma otravez a Smith para tener éxito inmediato, y Día de la Independencia; las dos primeras son caricaturezcas y entretenidas, el factor destrucción es accesorio, la relevancia es la broma y la aventura. ID4 es una oda a la destrucción, el sueño de los futuristas, el amor platónico y sueño hecho realidad de Marinetti; el argumento es un pretexto para ver las explosiones, los clitchés son necesarios para las tomas épicas, y las exageraciones casi kitsch son nuevas adquisiciones de la cultura pop que ayudarán a volver al cine una montaña rusa para verse muy al estilo de la escena de Orange Clockwork, y bajar mareada, confundido y emocionado, no deleitado del alma, ni toda esa pedantería poética que pudiera existir en la expectiva cinematográfica original. El cine podrá ser en ocasiones vacío, pero la adrenalina visual presentado aumenta las posibilidades del medio como un liberador de la tensión para los monótonos ahogados en el tedio de la existencia.
La película obviamente es indispensable, es un hito -como ya dije-, talvez hasta sí una piedra angular de algo que muchos podrían repudiar, y algo que otros tantos amar; uno solo contemplará al mundo incendiarse y hacerse pedazos, en ocasiones, y habrá otras veces con un humor de tiempos muertos y reflexivos entendiendo entonces que el ser humano no es ni estático y ni dinámico eternamente, sino voluble e inentendible, hambriento de experiencias de todo tipo del que podrían existir.
















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