domingo, 24 de mayo de 2015

The Secret Life of Walter Mitty (2013)

Dirigida y estelarizada por Ben Stiller, la Vida Secreta de Walter Mitty es uno de los proyectos más prometedores del actor, tratando de entremezclar la comedia con la fantasía y la aventura, además de introducir esa idea positivista que se resalta tanto a lo largo de las dos horas que pareciera más que es el retrato de la insportable levedad del ser contemporáneo y su constante espiral descendiente el verdadero tema a tratarse incluso más allá de ese espíritu positivo que la película supondría tener...
Y es que la cinta narra el final de la revista Life, llena de godinez de todos los tipos que pudiera haber, enfocando entonces la trama en Walter Mitty (Stiller), un ultragodinez que es el manager en revelación de negativos dentro de la empresa, sufre constantes desconexiones con la realidad mientras sueña en sus universos expandidos de posibilidades fantásticas nunca llevadas a cabo y está enamorado secretamente de Cheryl (Kristen Wiig); como cierre de la revista, llega un rollo del famoso fotógrafo Sean O´Connell (Sean Penn), quien da la indicación de que la foto #25 sea la que salga en la portada de la revista como cierre de ese gran legado que la marca ha tenido; sin embargo la foto no está, y Walter piensa que él la ha perdido, por lo que empieza a seguir el rastro del fotógrafo para encontrarle y recuperar la foto, teniendo que ir a Groenlandia, Islandia y al Himalaya para completar la petición del fotógrafo, pese a que en ésta aventura nada le garantice que se quede con la chica o algue sea conserve su trabajo.
Entonces, la cinta, enfocada a la comedia pasa desapercibida, los chistes no son vulgares ni malos, pero tampoco buenos,  enfocada a la fantasía, una que otra ensoñación del protagonista es bella, destacando la secuencia donde Kristen Wiig canta Space Oddity de David Bowie, y enfocada al positivismo sin duda es lindo el uso del escape de Mitty de su rutina universalizada, el cambio de las eras, del papel a la digital, pero como que Stiller no la despliega tan sublime como pudo haber llegado a ser.
Entonces, veredicto: La película es linda y entretenida, no cae en el charco de mierda que muchas caen, tiene un valor propio y Stiller se hace justicia a sí mismo; sin embargo tampoco es una máxima joya ni nada trascendental, sino solo una película relativamente bien hecha inglorificable ni satanizable.




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