Ignorando las cintas del 2003 y 2006, y regresando a la línea llevada desde el 74, John Luessenhop dirige una chafa y maloliente secuela del clásico del terror La Masacre de Texas.
La trama inicia con la masacre de los masacradores por palurdos texanos que queman su casa y roban el resto de las pertenencias de los Sawyer (la familia Leatherface), y así, hasta llegar al 2012, una descendiente directa de los asesinos es informada de que se le ha heredado una casota, así que se da cuenta que es adoptada, bla bla bla, va a la casa de sus ancentros, encuentra a Leatherface, y Texas entero se revela como campesinos locos que como odiaban a los Sawyer hasta a ella la quieren matar.
La cinta tiene graves seguimientos cronológicos, falta de trama y drama, pésios efectos especiales (las máscaras de Slipknot son más convincentes), está inhabilitada de hacer sentir empatía por las víctimas, y para acabar de defecar bien en la franquicia, Leatherface es quien la salva, porque se da cuenta que él y la protagonista son primos.
Donde lo que más destaca son los esculturales cuerpos de las víctimas, la cinta es comparable con lo más chafa que uno recuerde y hace lucir a Leatherface como un fiasco y un moustro mariquete.
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