Entonces ¿de qué va la historia?
Está ocurriendo un exorcismo en el pueblo menonita, y una vez acabado la cinta avanza 30 años hacia la actualidad, donde un par de niñas de la Ibero invocan a un demonio porque ven que su mamá, que es maestra filóloga, está estudiando "un necronomicón", por lo que, sin querer, la hija menor queda poseída, por lo que la grande busca en google "sacerdote exorcista clandestino" y el más inencontrable de los exorcistas aparece, un padre que ni es exorcista, pero conoce al niño exorcizado al principio de la película, que ha crecido para convertirse en una especie de John Constantine versión pirata que ayuda a arreglar a gente poseída, y de paso encontrarle drogas a su cuate exorcista que no exorciza. Ahora el Constantine menonita poseído luchará contra la niña de la ibero poseída, en una de las más ridículas batallas bien contra el mal de la que tenga memoria.
Estelarizada pésimamente por Eduardo Noriega, Eivaut Rischen, Arantza Ruíz, Lumi Cavazos, Omar Fierro, entre otros, esta cinta hace lucir a la serie de TV Azteca "Lo que la gente cuenta" y hasta a "Cañitas" como obras maestras, pues La Marca del Demonio termina por volverse la marca de la mediocridad en una de las peores películas de terror, que ayudan a reconsiderar la manera en la que se subsidian películas en México en base a nepotismos o status social; teniendo aquí la muestra de la mala inversión que luego se hace para terminar teniendo producciones de este calibre que hasta a Netflix le debería dar verguenza de tener en su catálogo.
La cinta solo sería recomendable para que vean lo mala que es, pero no en el nivel de The Room de Tommy Wiseau, sino a nivel de la Rosa de Guadalupe pero mal hecha...

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